Historia:
Mini es una hembra esterilizada, de diez años de edad y de raza mestiza; es bastante pequeña y pesa 6Kg. Su dueño es Olman, quien tiene una familia numerosa con adolescentes y niños. Viven en una casa grande que tiene un patio de 40 metros cuadrados.
Mini fue adoptada cuando tenía tan solo de 1 mes de edad, proveniente de una conocida de la familia que estaba decidida a no mantenerla por más tiempo en su casa. En ese entonces la familia habitaba una casa pequeña, en una zona urbana, con un patio de aproximadamente 20 metros cuadrados. En esta casa Mini contaba con la presencia de una perra de diez años de edad, de raza French Poodle con carácter muy tranquilo y que no daba problemas, ambas consiguieron socializar muy bien y pasaban todo el tiempo juntas. Tanto Olman, como sus hijos dedicaban mucho tiempo a la nueva perra, jugando con ella y dándole numerosos paseos sin que esta diera nunca ningún problema. La perra dormía en la sala acompañada de la French Poodle, le daban comida dos veces al día y le retiraban el plato cuando ella terminaba de comer.
Conforme fue creciendo la familia comenzó a notar una alta intolerancia a los extraños cuando llegaban a casa, y más aún cuando se acercaban a su lugar de dormir, molestia que manifestaba con gruñidos que conseguían alejar a los visitantes. Poco a poco fue trasladando su enojo a todas las partes de la casa, y se quedaba todo el día en la cochera sin dejar acercarse a nadie. Cuando tenía 1 año recién cumplido, sus gruñidos y ladridos dejaron de parecerle suficientes y mordió en un tobillo a una señora que se encontraba de visita.
El asunto se fue agravando ya que la perra estaba atenta y cuando abrían el portón se escapaba y atacaba a quien rondara la casa ya fuera una persona u otro perro. Sin embargo, en sus paseos al parque era bastante tranquila y nunca daba problemas aunque estuviera rodeada de muchas personas.
Posteriormente la familia se trasladó a vivir en el campo, en una casa mucho más espaciosa y su comportamiento siguió siendo el mismo. A los pocos días de la mudanza, en una de sus fugas Mini mordió a un niño que se encontraba sentado jugando en la acera que bordea la casa, el mordisco fue controlado y mantenido, perforando la epidermis de la pierna del niño. La familia decidió quitarle el acceso al resto de la casa aislándola en el patio.
Cuando Mini tenía 6 años la French Poodle murió, por lo que la familia decidió conseguir otra perra, en esta ocasión una mestiza. El comportamiento de Mini hacia la nueva perra fue extremadamente agresivo, y nunca se pudo corregir, por lo que nunca han podido estar juntas. Este aspecto, sumado a posteriores fugas de Mini y dos ataques más hacia las personas del barrio llevaron a la familia a tomar la decisión de aislar a Mini en una jaula de 9 metros cuadrados, donde se mantiene hasta la fecha, y es sacada a pasear por veinte minutos diarios.
Diagnóstico diferencial:
Para realizar el diagnóstico conviene recapitular los problemas de Mini: primero que todo presenta una problemática agresividad de tipo ofensiva ante los extraños, y ante una hembra que convive con ella.
La agresividad por dominancia se caracteriza por ataques principalmente a miembros de la familia que se dan en un contexto competitivo, se debe a que el perro no acepta plenamente la autoridad de sus propietarios. Es bastante claro que estas características no coinciden con nuestro caso.
Descartamos también la agresividad por miedo, ya que esta se presenta cuando hay aproximación hacia el perro, y este presenta una postura defensiva que incluye: grupa agachada, orejas hacia atrás, belfos retraídos, cola recogida en medio de las extremidades y en ocasiones piloerección, además la fase de intimidación es apenas perceptible.
El hecho de que haya sido separada tan tempranamente de la madre nos puede hacer pensar en una posible disocialización primaria, que se presenta cuando los perros no han aprendido las reglas de vivir en grupo. Sin embargo en el caso de Mini, su comportamiento muestra una organización secuencial de amenaza, ataque y apaciguamiento como señal de parada, y además presenta una correcta inhibición de mordida.
También descartamos la agresividad redirigida, pues en esta los ataques se dan hacia un objeto o persona que no es el estímulo de la excitación agresiva.
La agresividad por predación la descartamos ya que esta es una conducta que generalmente está asociada al movimiento, o como respuesta ante un estímulo auditivo y se da después de un acechamiento silencioso.
Como las agresiones que se presentan son de tipo ofensivo, no encaja el síndrome de privación, ya que en este las mordidas se producen en contextos que puedan producir miedo al animal, debido a que la etapa crítica del desarrollo la vivió en un ambiente pobre de estímulos.
La agresividad por protección de recursos se presenta cuando el perro está en posesión de algo que le resulta sumamente apetecible. El animal ladra, trata de morder o muerde cuando se le acerca una persona o animal mientras está en posesión de su objeto. En este caso Mini no se encontraba en posesión de ningún objeto en el momento de las agresiones, y en dado caso de que el objeto de protección fueran sus amos los habría defendido también en los paseos estando lejos del hogar, y esta situación nunca se presentó.
Por lo tanto llegamos a la conclusión de que estamos ante un caso de agresividad territorial que se caracteriza por ataques a desconocidos, en un contexto territorial, con una postura ofensiva y con una secuencia de comportamiento que incluye la amenaza. Además, Mini posee la sociopatía de agresión intrasexual entre hembras, la cual se observa con más frecuencia entre hembras que viven juntas, y es posible que intervenga la dominancia y los factores hormonales ya que ambas perras fueron castradas. Es importante mencionar que no se descartaron problemas de origen orgánico, por lo que sería conveniente realizar los exámenes necesarios.
Valoración de riesgo:
Es fundamental, ya que estamos ante un caso de agresividad, valorar el riesgo que el animal supone para los que lo rodean.
Se han producido muchas lesiones, mas solo una de ellas necesitó la visita al médico, y ninguna fue reportada a las autoridades. La agresividad es de tipo ofensiva y el mordisco controlado y mantenido, por lo que puede ocasionar perforación de la epidermis. En el vecindario habitan personas de alto riesgo como niños menores de tres años y adultos mayores.
La perra es de pequeño tamaño y con un peso de tan solo 6 Kg. Sus ataques son precedidos de una fase de amenaza clara, por lo que los propietarios pueden controlarlos, además se puede introducir el uso del bozal para evitar cualquier daño.
Tratamiento:
Para el caso de agresividad territorial es importante enfocar nuestro tratamiento en dos direcciones: modificación de ambiente, y modificación de conducta. Con respecto al entorno los propietarios, ya separaron a la perra con barreras físicas para evitar lesiones a humanos, y no le tienen acceso a las visitas. Vamos a dejar a la perra en estas condiciones hasta que se haya superado el problema por medio de la modificación de la conducta que se realizará de la siguiente manera:
• Entrenar a la perra para el uso del bozal por medio de asociaciones positivas.
• Entrenamiento en obediencia básica, con el fin de que la perra pueda ser controlada cuando inicie una agresión.
• Desensibilización y contracondicionamiento, con la Introducción gradual de desconocidos, incrementando la dificultad de forma progresiva, siempre con la perra bajo control; trasladar el ejercicio a la puerta de entrada con la presentación de estímulos desencadenantes, como tocar el timbre, hacer pasar a las visitas y otros. Reforzando con premios las conductas de aceptación.
• Poner a la perra en confinamiento social cuando exhiba el comportamiento.
• Debe mantenerse seguro el perímetro de contención de la perra para evitar el daño a otros.
En el caso de la agresión intrasexual el caso está bastante avanzado, y será difícil de controlar, por lo que es necesario una gran predisposición y cooperación de los propietarios. En este caso se debe proceder a una modificación del entorno en donde las perras solo estarán en contacto cuando estén bajo control, se puede utilizar el bozal, y se debe respetar el orden jerárquico que tengan establecido las hembras. Con respecto a la modificación de la conducta procederemos de la siguiente manera:
• Entrenamiento en obediencia básica, para poder controlar a las perras cuando inicien una acción agresiva.
• Desensibilización y contracondicionamiento, con el acercamiento progresivo de los animales, siempre bajo control y con correa. Reforzar los comportamientos aceptables e ignorar los errores.
• Cuando las perras se hayan acostumbrado a vivir juntas, se debe retirar de ellas toda atención. En caso de que se dé un enfrentamiento entre ambas, se debe procurar no intervenir a menos que la situación se salga de las manos. Si es necesaria la intervención, se debe favorecer a la ganadora para aumentar más la brecha jerárquica, sin que la perra considere que está siendo premiada.
Autora: Jessica Abarca
Entrenadora Canina
Alumna del curso de Adiestrador y Terapeuta del Comportamiento Canino. FOGAUS
viernes, 30 de octubre de 2009
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