jueves, 23 de octubre de 2008

Trastorno de Hipersensibilidad- hiperactividad

Pets y Más. Costa Rica 2007Año 7. Volumen 1Número 82

MSc. David Peiró Puente

Etólogo Clínico Veterinario y Adiestrador Canino
Director Técnico Fogaus Educación Animal
Correo electrónico: fogaus@gmail.com
Teléfono: (506) 2448- 7128
www.fogaus.com

TRASTORNO DE HIPERSENSIBILIDAD E HIPERACTIVIDAD EN UN GOLDEN RETRIEVER

En este artículo se describe un trastorno de hipersensibilidad e hiperactividad de un macho de Golden Retriever cuyas quejas de los propietarios son el continuo estado de nerviosismo del animal, los destrozos de mobiliario y la eliminación inadecuada.

“Tongo” es un perro sin esterilizar, de raza Golden Retriever de año y medio de edad. La propietaria es Susana, que vive con sus dos hijos adolescentes en una casa de 100 metros cuadrados en el centro de una ciudad.

Historia:

Susana compra el perro en una tienda con cinco semanas de edad después de haberle estado viendo en la vitrina durante más de una semana. No tiene datos sobre el origen del perro antes de adquirirlo en la tienda.

Al principio de tenerlo, consideraban normal que el perro mordiese el mobiliario de la casa durante los primeros meses de su vida dada su condición de cachorro. Pero actualmente la situación se hace insostenible dada la destructividad del perro tanto en presencia como en ausencia de los propietarios. Al preguntarle cómo actúa ella o sus hijos cuando el perro muestra dicho comportamiento destructivo ella responde que gritando al perro e incluso pegándolo. Lo mismo ocurría al llegar a casa y ver los destrozos. La propietaria comenta que pasado un tiempo, el animal ya no salía a recibirles cuando llegaban a casa.

Susana informa que siempre ha sido un perro muy activo y nervioso, y reconocen haber jugado con él numerosas veces cuerpo a cuerpo contribuyendo así a aumentar la actividad y ansiedad del perro. Observan también que ya desde cachorro el perro mordía sus manos más fuerte de lo normal siempre que jugaban con él.

Por otro lado, la propietaria lo describe como un perro excesivamente sensible a cualquier estímulo, que reacciona ante cualquier movimiento o sonido, siempre en continuo estado de alerta. Añade que cuando el animal finaliza alguna actividad comienza con otra sin señal de parada entre una y otra, y observan en él una gran dificultad de poder centrar la atención, aunque normalmente lo consigue. De hecho, le tienen enseñado la orden de “sentado” en la cual pueden mantener al perro durante uno o dos minutos como máximo. Al preguntarles por las horas que duerme el perro no saben contestarlo con exactitud, pero nos informa que no pasa demasiado tiempo durmiendo sino, muy al contrario, que está activo la mayor parte del tiempo y de lo poco habitual que es ver al perro descansando.

Susana pasa la mayor parte del tiempo en su casa mientras sus hijos van al colegio y no vuelven hasta las 5 de la tarde. A lo largo del día el perro pasa la mayor parte del tiempo acompañado. Comenta Susana que cuando ella sale de casa el perro no muestra signos de ansiedad por su marcha, al igual que los vecinos a los que ha preguntado no han escuchado gemidos o ladridos por parte del perro.

Al principio, el animal tenía acceso a toda la casa, pero conforme se fueron agravando los destrozos decidieron ir restringiéndole los accesos hasta acabar finalmente encerrado en el pasillo de la casa en el cual ha rascado y agujereado las paredes.

Durante unas vacaciones fueron invitados a una finca en la montaña. Estuvieron allí por espacio de 15 días en los que el animal estuvo libre en un terreno vallado con más perros. En esos días, el animal dormía fuera de la casa y durante el día hizo mucho ejercicio jugando con los otros animales. Al llegar a su casa de la ciudad notaron una ligera mejoría. Se redujeron los destrozos de mobiliario y su actividad durante unos días pero finalmente su comportamiento fue cambiando hasta volver a la situación anterior.

La dieta está compuesta de alimento seco en un ochenta por ciento, y el resto de arroz con pollo hervido. El perro come con voracidad cuando se le pone la comida que suele ser cuatro veces al día. No tiene zona fija de dormir pues deambula por toda la casa, aunque la propietaria observa que tiene cierta tendencia a echarse bajo la mesa del comedor la cual está también en muy mal estado como consecuencia de las mordidas del perro. Suelen sacarle dos veces al día durante quince minutos cada salida. El perro se muestra muy nervioso cuando cogen la correa. El recorrido siempre es el mismo pues le dan una vuelta a la casa y a continuación le llevan al parque comunitario de los edificios de la zona.

Examen físico y Pruebas de laboratorio:

Peso: 38 kilos. Condición corporal normal. Pulso: 85 latidos por minuto. Examen físico y neurológico normal. Se realizan diferentes pruebas de laboratorio para ayudar a descartar posibles patologías que diesen lugar a dicho comportamiento: análisis de sangre y análisis de orina cuyos resultados quedan dentro de los parámetros normales

Diagnóstico Diferencial:

El destrozo de mobiliario es una causa muy frecuente de consulta por parte de los propietarios y puede ser causado por diferentes motivos.La primera variable que se debe estudiar que nos permitirá acercarnos hacia un diagnóstico acertado, después de haber desechado las posibles patologías orgánicas como causas del comportamiento destructivo, es el contexto en que ocurre dicho comportamiento. Así, la ansiedad por separación es un trastorno de comportamiento caracterizado por signos de angustia que se presenta cuando los perros afectados están solos o separados del propietario (V. Belligotti, 2006) Gracias a la filmación que nos ha proporcionado la propietaria, podemos observar las reacciones del perro ante la ausencia de sus propietarios. Así, se ve cómo la actividad que el perro muestra normalmente estando sus dueños en casa no se incrementa cuando estos salen por lo que la actividad motora aumentada sucede independientemente de la presencia o ausencia de los propietarios y del lugar donde se encuentre el perro. Esto nos permite descartar una posible ansiedad por separación que se caracteriza por tener como agente causal del comportamiento destructivo la ausencia de los propietarios.

El síndrome de privación es una alteración de la homeostasis sensorial en el cual el animal reacciona con miedo ante determinados estímulos del entorno (V. Coll, 2006). En él se observa un constante estado de vigilancia y extrema sensibilidad, pero este estado solo se da en situaciones en las que el animal tiene miedo. En el caso de “Tongo” esta conducta se da no solo en esas situaciones de temor sino también en situaciones de normalidad.

La disocialización primaria es una alteración del desarrollo caracterizada por falta de aprendizaje de las normas jerárquicas. En este tipo de trastorno no existe la inhibición del mordisco y las agresiones se producen por falta de jerarquización mientras que cuando ocurren con “Tongo” siempre son en situaciones de juego con los propietarios.

Por último, se descarta un posible trastorno de hiperquinesis que consiste en una disfunción de las vías nerviosas dopaminérgicas del sistema límbico y probablemente también la serotonina y la noradrenalina estén implicados en el problema. En este caso, el perro no sería capaz de poder centrar la atención en ningún momento al contrario de lo que le sucede a “Tongo” que, aunque con dificultad, sí lo consigue. Por otro lado no muestra ningún síntoma de agresividad, conducta característica de los perros que padecen dicho trastorno, y responde bien al adiestramiento.

Tratamiento:

Considerando el estadio avanzado del trastorno de hipersensibilidad e hiperactividad que padece el perro, se aconseja además de la aplicación de una terapia de modificación de conducta adecuada y de modificación del ambiente, apoyarlo con tratamiento farmacológico. El objetivo es disminuir el grado de actividad que tiene el animal y su autocontrol y no tratar de suprimir los síntomas específicos.

Para ello comenzaremos con ignorar al perro durante 14 días limitándonos a ponerle sus raciones de comida dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche tratando de que no nos vea al hacerlo, así como sacándolo a eliminar excluyendo el paseo. Este será el tiempo en el que los ansiolíticos harán el efecto buscado, por lo que debemos informar a los propietarios de no realizar ningún tipo de aprendizaje al animal. Posteriormente comenzaremos con un adiestramiento en obediencia básica, primero en un contexto bajo en estímulos, aumentando paulatinamente los estímulos conforme el perro vaya aprendiendo las órdenes. Con ello conseguiremos un mayor control sobre el animal, sobre todo con la orden de “quieto” que usaremos para contracondicionar al animal y así relajarlo.

Por otro lado, el propietario deberá ignorar cualquier intento de llamar la atención por parte del perro, y recompensar aquellas conductas en que el perro se muestre tranquilo. No se deberá castigar la eliminación inadecuada del perro en casa, ni tampoco su comportamiento destructivo pues solo conseguiría agravar la situación y poner al perro en un estado más ansioso. Se aconseja utilizar las técnicas de contracondicionamiento en los casos en que muestre comportamientos destructivos.

Por último es necesario que el perro realice más ejercicio, ya que a través de él se podrá liberar el exceso de actividad motora del animal. Se aconseja, de hecho, que se una a algún grupo de Agility.

Tratamiento farmacológico:

Se le administrará fluoxetina, inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina, a 1 mg/kg cada 24 horas, y diacepam a 0.5 mg/kgmg kilo cada 12 horas durante la primera semana, mantener la dosis durante la segunda semana, la mitad del comprimido durante la tercera semana cada 12 horas y finalmente la misma dosis anterior pero cada 48 horas. Retirar el diacepam del tratamiento después de la cuarta semana.

Seguimiento:

Se ponen en contacto al cabo de un mes. Informan de una mejoría general, más tranquilo, aunque sigue mordiendo el mobiliario y eliminado en casa. Se le mantiene la fluoxetina en iguales dosis durante las próximas ocho semanas. Al pasar este tiempo se vuelven a poner en contacto e informan de que le perro está muy tranquilo, no destroza el mobiliario ni elimina en la casa. Se cambia la dosis de fluoxetina a medio comprimido cada 24 horas durante 8 semanas más. Nos contactan ya sin remitir ningún problema por parte del animal. Se le vuelve a cambiar la dosis de fluoxetina a medio comprimido cada 48 horas durante 6 semanas más y después retirar el tratamiento.

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